Totalmente aconsejable.
-¡Un nuevo día amanece, oh poesía! Escríbele un poema, explaya tu corazón en dulces rimas; pero yo no sabía escribir poesía. La poesía, para mí, era amor y dolor, rimas tontas, sentimientos cursis. Dios de los cielos, no soy escritor; ni siquiera sé componer una cuarteta, no sirvo para nada en este mundo. Fui a la ventana, agité los brazos al cielo; no sirvo para nada, no soy más que un estafador de tres al cuarto; ni escritor ni amante; ni carne ni pecado.
-¡Ay, vida! ¡Tragedia agridulce, puta deslumbrante que me has llevado a la destrucción! [..]
-Recordé la paz de las últimas semanas y me pareció muy irreal, un estado hipnótico inventado por mí, porque la vida era aquello otro, aquel mirar a los ojos negros de Camila, unos ojos que compaginaban el desprecio, la esperanza y una fruición cínica.